jueves, 13 de noviembre de 2008

A un portero de hockey le dan siete semanas de vida y sigue entrenándose

EL ALEMÁN ROBERT MÜLLER HACE VIDA NORMAL, PESE AL CÁNCER QUE PADECE


Robert Müller, portero alemán de hockey hielo, lleva muchos años deteniendo los discos que intentan entrar en su portería. Sin embargo, nunca ha estado ante una parada tan complicada como la que tiene que afrontar ahora: un cáncer cerebral.

Corría el año 2006 cuando después de sufrir unos mareos se le detectaba un gliobastoma en el cerebro. Se trata de un cáncer muy agresivo y de rápido crecimiento que consume la vida de sus víctimas en muy poco tiempo. Sin embargo, Müller afrontó la enfermedad con entereza y tras una intervención en la que se le extirpó parcialmente el tumor volvía a las pistas de hielo. De hecho, sólo tres meses estuvo alejadas de ellas.

Entonces tuvo que cambiar sus utensilios de portero por la quimioterapia y las pistas de hielo por los hospitales, pero una vez más evitó que el gol del cáncer entrara en su portería. “Soy muy afortunado. Sé que me queda algo del tumor dentro, pero tengo que ser positivo”, declaraba el bueno de Robert tras su regreso a las pistas.

Un regreso que no pudo ser más fructífero, ya que ayudó a su actual equipo, el Kölner Haie, a conquistar el subcampeonato de la liga alemana y defendió los colores de su selección en el Mundial de Canadá.Este alemán de 28 años, casado y padre de dos hijos siguió con su vida de deportista, con sus entrenamientos y entregado en cuerpo y alma a su gran pasión, el hockey hielo. Sin embargo, el pasado verano, en una revisión rutinaria, el cáncer volvía a hacer acto de presencia y esta vez más grande y agresivo que antes. Müller volvió a pasar por el quirófano, pero esta vez tampoco se pudo extirpar el tumor en su totalidad y los restos que quedan le oprimen las venas del cerebro cada vez con mayor vehemencia.


Los médicos se han dado por vencidos.
De hecho, los médicos que le tratan se han dado por vencidos, algo que aún no ha hecho Müller, y tan sólo le auguran siete semanas de vida. “La mayoría de los pacientes de este tipo de enfermedad no supera el año de vida y tan sólo el 3% alcanza los cinco años”, reconoce Wolfgang Wick, oncólogo de la Universidad de Heidelberg y que trata a Robert Müller desde que se le diagnosticara su enfermedad.

Ni siquiera 50 días de vida y Müller sigue con la misma alegría que siempre le ha caracterizado. “Sólo pienso en el hockey”, dice. “Ahora mi único objetivo es disputar el arranque del Campeonato alemán —a finales de noviembre— y agradecer de esta forma a mi equipo la confianza que han depositado en mí”, prosigue el portero germano, que reconoce no tener dolores ni minusvalías para poder desempeñando su profesión.

Aunque avisa de sus intenciones: “Quiero que se me trate como al resto de mis compañeros, no quiero jugar por compasión”. Sin duda, otro gesto más de la entereza de todo un superviviente y un luchador que se enfrenta al reto más difícil que jamás se le puede presentar a una persona. 

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